Continúa la huída: de la isla de Boavista a la isla de Tenerife

(¿ una novela negra en Tenerife...?)

Aquello le parecía una novela negra, o de terror. Su segundo día en Boavista comenzó con la impresión de que alguien le seguía, le observaba.

Estaba en la piscina del hotel, intentando tomar el sol, mirando hacia la playa, mientras escuchaba los gritos lejanos de turistas felices que jugaban con una pelota y un monitor. El día era de un azul que deslumbraba, un día perfecto de verano en pleno mes de febrero.

Un señor muy raro le observaba mientras leía un periódico en el bar del fondo. ¿Sería policía? Se estaba volviendo loco, pensó. Esto no es una novela policiaca, esto es la vida real y estoy perdido en la isla de Boavista, se dijo. Pero al tiempo decidió buscar a su amigo.

Le encontró unos minutos después en su despacho del hotel.

-¿ Podrías decirme si por casualidad se ha registrado algún brasileño en el hotel? Le preguntó después de saludarlo amistosamente.
- Pues mira la verdad es que sí, y me sorprendió mucho porque no es nada habitual, se registró hace dos horas.
- Que casualidad -dijo- estupendo, a ver si le conozco -disimuló-, me voy de nuevo a la piscina, se despidió mientras su amigo se quedaba extrañado con la palabra en la boca.

Salió corriendo por el interior de la recepción hacia la izquierda, evitando la piscina y las vistas desde la misma, rodeó el hotel, por el otro lado, llegó a su habitación, recogió su escaso equipaje en 5 minutos y salió hacia la caja, pagó y pidió un taxi. Estaba sudando, se asomó a la puerta de la Recepción que daba a la piscina, el hombre aún estaba allí, pero había cerrado el periódico ¿le habría descubierto?  ¿tenía algo que ver con él? No lo creía, pero era mejor huir. Huir a su tierra, a la isla de Tenerife, aún no sabía cómo pero sí sabía cuando, lo antes posible. Subió al taxi y desapareció.